Astérix y Obélix UN BUCHITO DE POCIÓN MÁGICA

 

Homenaje a los maestros.

Homenaje a los maestros.

Por Mercedes Azcano   Ilustración: José Luis

Si las aventuras de Astérix, el valiente guerrero galo, cobran la máxima emoción cuando él y sus amigos beben un buchito de la poción mágica elaborada por el druida Panorámix, porque a partir de ese momento comenzarán a volar legionarios romanos por todas partes, parece que también los hacedores del famoso cómic le dieron una probadita, para convertir en inmortal tan simpática saga.

Ellos fueron: el dibujante Albert Uderzo, quien aún vive y dibuja, y el guionista René Goscinny, fallecido de un infarto en 1977. Al morir su amigo, Uderzo siguió a cargo de la serie hasta el año 2009 que vendió los derechos de la franquicia a la editorial Hachette.

Publicada el 29 de octubre de 1959, en el número uno de la revista Pilote, la tira contaba con diez viñetas. Tanto gustó y gusta, desde entonces, que además de ser el cómic más leído y vendido en Francia, aparece en los Guinness como el más traducido de la historia. Su popularidad universal la avalan los álbumes publicados, la larga lista de películas, series animadas, entretenidos video juegos y hasta un parque temático con el nombre de Astérix, en Francia.

Al protagonista lo acompañan el gordo Obélix, cuya fortaleza se debe a que de pequeño cayó en la marmita donde se cocía la poción, y el travieso perrito Ideafix. La historia incluye a más personajes, habitantes, en su mayoría, de esa fabulosa aldea ficticia, que en el año 50 antes de Jesucristo se resiste a la invasión romana que ya ocupa toda la Galia.

Ahí están algunas claves del atractivo universal y de la trascendencia del cómic: en la cultura de la resistencia, en la solidaridad que conlleva y los valores que inspira. Porque  mientras sus detractores le acusan de chauvinismo, sus seguidores admiran la rebeldía de estos aldeanos frente al yugo romano.

¿Y qué decir de los ocurrentes nombres de los personajes? Porque aunque no se conozca la fonética francesa, se adivina lo lúdico en el bautizo de Asurancetúrix (el bardo), Abraracúrcix (jefe de la aldea), en Ordenalfabétix (el vendedor de pescado) o Esautomátix (el herrero), entre otros.

Según confiesa Uderzo, buscaron para su protagonista un nombre que empezara con la A porque Goscinny pensó que así estaría el primero en las estanterías de cómic. Lo que no imaginaron fue la gran fama de que gozaría su creación más de medio siglo después.

Y es que junto a los puñetazos y las peleas, los gags y las piruetas, tan atractivos para los niños, en las historietas se mezclan de forma disparatada sucesos de época con elementos de la modernidad, además de referencias culturales que divierten a los lectores adultos.

Se habla de que el valiente Astérix y sus amigos aldeanos, representan a la resistencia francesa frente a la invasión alemana, durante la segunda guerra mundial. También, los cubanos le agradecemos a Juan Padrón el llevar a historieta el enfrentamiento de los mambises a la opresión de la metrópoli española. El bravo mambí Elpidio Valdés, quien en lugar de poción saboreó un criollo ajiaco, como émulo de Astérix, a una escala más modesta, también saltó del soporte de papel al celuloide.

Recientemente, y tras el ataque terrorista a la redacción del semanario satírico Charle Hebdo, de París, y en homenaje a las víctimas, Urdezo a sus 87 años, retomó a los personajes de Astérix y Obélix, junto a Ideafix, en una viñeta que divulgó en una cuenta de Twitter. En el diario Le Figaro, en solidaridad con los artistas que perdieron la vida en el atentado, publicó un dibujo en el que Astérix grita: “Yo también soy Charlie”.

Más que un cómic histórico o un icono francés, Astérix y Obélix es patrimonio de la cultura universal. Una evidencia de que también se puede divertir con arte y que guionistas y dibujantes al compartir con los lectores un buchito de su poción mágica, nos inoculan la inmensa fuerza de la alegría que proporciona la risa que se fecunda en el ingenio.

 

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